12 feb 2015

Ezio Auditore da Firenze - Assassin´s Creed II (Brotherhooh y Revelations)

Ezio Auditore da Firenze
ACI-Ezio
Información biográfica
Nombre completo
Ezio Auditore da Firenze
Nace
24 de junio de 1459
Florencia, Italia
Muere
30 de Noviembre de 1524
Florencia, Italia (65 años)
Información política
Afiliaciones
  • Familia Auditore
  • Orden de los Asesinos
Información out-universe
Aparece en
  • Assassin's Creed: Lineage
  • Assassin's Creed II
  • Assassin's Creed: Renaissance
  • Assassin's Creed II: Discovery
  • Assassin's Creed: Ascendance
  • Assassin's Creed: Brotherhood
  • Assassin's Creed: Brotherhood (novela)
  • Assassin's Creed: Revelations
  • Assassin's Creed: Revelations (novela)
  • Assassin's Creed: Embers
Actor/actriz
Devon Bostick
Actor/actriz de voz
Roger Craig Smith
Ezio Auditore da 

Firenze

«He vivido mi vida al máximo de mis habilidades, pero no he logrado escapar del destino, la ira o el dolor.»―Ezio Auditore

Ezio Auditore da Firenze (1459 - 1524) fue El Profeta y el Mentor de la Orden de los Asesinos de la Italia Renacentista entre los siglos XV y XVI, convirtiéndose en una de las figuras Historiográficas más controversiales y tachadas, habiendo participado en conjunto con personajes de talla universal de la época, como Nicolás Maquiavelo o Leonardo da Vinci. Tambien Ezio es ancestro de Clay Kaczmarek y de Desmond Miles por parte de su Padre.

Nacido y criado como noble de la República Florentina en su etapa más próspera, Ezio no llegó a saber de su herencia correspondiente a los Asesinos hasta que, con 17 años, presenció la ejecución con cargos falsos de su padre, y sus hermanos, refugiándose en la villa toscana de Monteriggioni con su tío, y tras esto dedicándose a cazar a los Templarios resurgidos de la época en un viaje que lo llevaría por toda Italia y lo haría vivir los momentos más duros del Renacimiento, incluyendo la Conspiración de los Pazzi y la Hoguera de las Vanidades.

En 1500, tras la muerte de su tío a manos del Capitán General del Ejército Pontificio César Borgia, Ezio se resguardó en Roma con la misión de liberar la ciudad santa de la estirpe del Papa Alejandro VI, hasta lograr acabar con la familia para el año 1507, llegando a ser entonces el miembro de más alta jerarquía de la orden a nivel mundial. También, como actos de notable referencia, ayudó en la preparación de los viajes de Cristóbal Colón, salvó a Nicolás Copérnico de la conspiración papal en su contra, impidió que el Culto de Hermes de Ercole Massimo adquiriera poder en Roma, esparció los ideales de libertad e independencia por la Europa renacentista, y entabló contacto con una Manzana de Edén.

En los años posteriores, Ezio dio inicio a un viaje para descubriruna antigua biblioteca de los Asesinos, llegando a la fortaleza siria de Masyaf, tras eso aventurándose al corazón del Imperio Otomano, Constantinopla, y emprendiendo la búsqueda de las Llaves de Masyaf. Durante su búsqueda, Ezio entabló luchó contra el remanente del Imperio Bizantino, liderado por el Templario Ahmed. Una vez obtuvo todas las llaves y acabó con sus enemigos, Ezio descubrió en Masyaf la Manzana de Edén que perteneció al Mentor Altaïr Ibn-La'Ahad, pero renunció a su vida de Asesino y dejó el artefacto en la biblioteca.

Para 1524, Ezio Auditore había contraído matrimonio con Sofía Sartor y tuvo al menos dos hijos, Flavia y Marcello. Durante ese año, la Asesina china Shao Jun acudió a él buscando ayuda para defender su tierra natal. Días después de haber aleccionado ajun, Ezio murió de un ataque al corazón en su ciudad natal, enfrente de la Basílica de Santa María del Fiore.

Contenido
Biografía
Vida temprana

«…es competitivo, necio y de duras palabras, pero es tan apasionado que es muy difícil culparlo por algo…»―María Auditore da Firenze, hablando de su hijo en su diario

Ezio Auditore da Firenze nació en la República Florentina el 24 de junio de 1459 como segundo hijo varón de la familia Auditore, hijo de Giovanni y María Auditore, y hermano menor de Federico. Posteriormente, sus padres tuvieron otros dos hijos, Claudia y Petruccio. El patriarca Giovanni, que provenía de la villa de Monteriggioni, era descendiente de un linaje de la Orden de los Asesinos, y en Florencia transmitió su línea a su familia, educando a sus hijos para que adquirieran la responsabilidad que le correspondía cuando asumieran la mayoría de edad, y así mismo forjó una alianza con la familia gobernante Médicis para servir como aliado, protector y consejero. Con esta estrategia, Giovanni aseguró el sitio y resguardo de los Auditore en la ciudad-Estado, empleando como coartada el trabajo en el negocio bancario—el cual había adquirido mucha popularidad y bienestar en Florencia debido al ascenso al poder de los Médicis. Ante esta creciente alianza con los príncipes demagogos, Giovanni le provocó a su familia una enemistad con diversos nobles que eran de pensamiento absolutista, como la familia Pazzi.
Ezio Auditore recién nacido en manos de su padre, Giovanni.

Destinado a servir a su familia pero al mismo tiempo a involucrarse en la orden a la que su linaje formaba parte, Ezio fue instruido en los negocios bancarios por el célebre tutor y banquero Giovanni Tornabuoni, aunque sus estudios cesaron repentinamente en algún momento del año 1476, ya que—habiendo cumplido diecisiete años—se le relacionó con un crimen famoso, además de que su actitud mujeriega le provocó una infamia entre los círculos de la nobleza florentina.

En algún momento de ese mismo año, Ezio y su hermano Federico se reunieron en un mercado para observar a las jóvenes que iban a comprar frutas y a pasear. En medio de su conversación, Federico señaló a la joven Cristina Vespucci, a quien Ezio encontró muy atractiva pero no sabía como aproximársele. Federico le aconsejó que se arriesgara a hablar con la muchacha, señalando que la mayoría de los hombres temían acercársele a una mujer atractiva, pero que quien realmente lo hiciese tenía ventaja sobre los demás. Ezio siguió el consejo de su hermano y habló con Vespucci, a quien no supo dirigirse y simplemente le preguntó su nombre. La joven hizo ademanes de indiferencia y se alejó; no obstante, Federico le aconsejó a su hermano que no perdiera la esperanza, pues ella posiblemente lo recordaría. Ezio estuvo de acuerdo con su hermano y optó por seguir a Vespucci hasta su casa.

Cuando llegó a la casa de la joven, Ezio se fijó en que el noble Vieri de' Pazzi había acosado sexualmente a la muchacha y pretendía violarla, aunque el Auditore intervino cortésmente y le pidió que la dejara en paz. Vieri de' Pazzi respondió de manera altanera y comenzó una pelea con Ezio, la cual finalmente ganó el Auditore. Vieri de' Pazzi se marchó indignado y lanzó palabras injuriosas a su vencedor, dejando en paz a Ezio y a Vespucci. Allí, una vez más, ambos jóvenes entablaron conversación y quedaron en noviazgo a causa de los eventos.
Campañas Templarias en Toscana (1476)
«Mis queridos hijos, los cielos oscuros se ciernen sobre Florencia y el tiempo se agota. El enemigo está más cerca de lo que pensé; ahora, la última lucha estará por librarse. Todo hombre es mortal y toda vida tiene un fin, pero ciertas cosas jamás cambiarán. Federico y Ezio, hijos míos, siempre recuerden: nosotros somos los Auditore da Firenze y somos Asesinos…»―Giovanni Auditore dirigiéndose a sus hijos, posiblemente en una carta.

Conforme avanzaba el año de 1476, el padre de Ezio descubrió varios intentos por parte del papado que buscaban deponer a los gobernantes de provincias de la Toscana que fueran populistas y reemplazarlos con otros que sirvieran a sus fines. Entre varios tumultos, Giovanni Auditore interceptó al cardenal Templario Rodrigo Borgia en una noche de ese año mientras transitaba por Florencia presumiblemente a causa de un encuentro con sus conspiradores. En la resultante confrontación, Giovanni capturó con vida a un guardia y lo llevó al palazzo de Lorenzo de Médicis para que fuese interrogado por el confaloniero de justicia Uberto Alberti. El interrogatorio reveló un plan del Papa Sixto IV para derrocar al duque milanés Galeazzo María Sforza—aliado de Lorenzo de Médicis—y fue ejecutado el 26 de diciembre de ese año, en un frustrado intento del Asesino por evitar el golpe.

El resultado de la muerte de Galeazzo Sforza significó un golpe duro para Toscana, y Florencia se debilitó considerablemente, a pesar de que Lorenzo y su gobierno lograron mantener estables durante mucho tiempo las relaciones con el Estado pontificio.

Cuando Giovanni Auditore regresó a su casa, Ezio y Federico estaban jugando ajedrez, aunque el hermano mayor terminó por vencer. En ese momento, Ezio vio como su padre le hablaba sobre la importancia de escoger sabiamente los movimientos, refiriéndose a que no era prudente esperar a que el enemigo actuara, sino que lo propicio era anticiparse a su jugada. La familia recibió al padre con mucha calidez, pues habían ansiado su llegada.

Posteriormente, Giovanni emprendió misiones para Lorenzo a la Serenísima República de Venecia y a Roma, buscando a los conspiradores del papa, eventualmente encontrando a Borgia en la Basílica de San Pedro y enfrentándolo en un combate en que casi sale herido de muerte, y descubriendo la participación de la familia Pazzi en una conspiración contra Lorenzo en persona. Aunque Ezio expresó deseos de ayudarlo en estas misiones, pues sospechaba del motivo de su padre, Giovanni se negó, prefiriendo ocultar de su hijo la existencia de los Asesinos por un tiempo más.
La Conspiración de los Pazzi (1476-1480)
«¡Amigos míos! ¿Saben qué es lo que nos reune aquí hoy? El honor. Vieri de' Pazzi injuria el nombre de mi familia y nos juzga en base a sus propias miserias.»―Ezio Auditore a sus amigos poco antes de enfrentar a Vieri de' Pazzi.

Poco después de los eventos, Giovanni Auditore enlistó los nombres de los nobles toscanos que creía que estaban aliados con la Orden Templaria y conspiraban contra Lorenzo. Entre los nombres estaba el padre de Vieri de' Pazzi, Francesco, de quien era bien sabido que odiaba a muerte a los Médicis por su tendencia populista. A raíz de la acusación, el Asesino emitió en el tribunal florentino una orden de captura de Francesco, y el confaloniero Alberti aprisionó al noble.

La rivalidad entre Ezio y Vieri se acrecentó, y un día, ambos nobles se confrontaron seguidos de bandas de hombres en busca de pelea en el Ponte Vecchio. Allí, Ezio dio un discurso a sus camaradas sobre las señalaciones vitupéricas de su rival Vieri, aunque no tardó en ser interrumpido por el joven, que igualmente iba acompañado de una escolta. Ezio se burló de Vieri opinando que los Pazzi contrataban a otros para que hicieran su trabajo sucio pero que nunca se involucraban directamente. Vieri respondió con igual altanería, aunque Ezio tergiversó sus palabras para formar un chiste sexual sobre su hermana. Con esto se dio inicio a una prolongada confrontación callejera en la que Ezio fue herido en la boca con una piedra, la cual le marcó una honda cicatriz que llevaría toda su vida.

Ezio Auditore saluda a su hermano Federico después de ganarle en una carrera hasta el techo de Santa Trinita.

A la lucha no tardó en sumársele Federico, quien ayudó a Ezio con los pocos hombres de los Pazzi que quedaban, y tras lo cual Vieri y sus seguidores restantes huyeron. Federico expresó que la herida de Ezio podía ser grave, por lo que sugirió llevarlo a un doctor para que fuese atendido. Ezio dijo que no cargaba dinero para pagarlo—afirmación que su hermano ligó a desperdiciarlo en cortesanas y vino—con lo que ambos Auditore optaron por hurgar en los bolsillos de sus enemigos caídos en busca de florines.

Después de conseguir el dinero suficiente, ambos nobles fueron a casa del médico Ceresa, quien atendió a Ezio y le dijo que tendría que verlo por unos días más. Tras esto, Federico le sugirió a su hermano que hicieran una carrera hacia el techo de la iglesia Santa Trinita. Ezio ganó esta competencia, y tras eso ambos hermanos conversaron sobre sus vidas, las cuales consideraban grandiosas. Cuando Federico opinó que ambos deberían regresar a su hogar, pensando que su padre posiblemente estaría preocupado, Ezio pensó en visitar a Cristina Vespucci.

Evadiendo a los matones de los Pazzi para llegar a casa de Cristina, Ezio pasó la noche con la joven, aunque tuvo que huir de su padre cuando éste los descubrió a ambos. Una vez que llegó a su casa, Giovanni lo reprimió por su comportamiento, pues tanto la riña contra Vieri de' Pazzi como la incursión a casa de Cristina Vespucci habían llegado a sus oídos, aunque terminó por simpatizar con su hijo, expresando que también había sido así en su juventud.
Ejecución de los Auditore
Giovanni: «¿Podré suponer que estas desventuras no interferirán con tu trabajo de hoy?»Ezio: «No, padre. Avete la mia parola (Tienes mi palabra).»— Giovanni Auditore y su hijo, Ezio

Giovanni eventualmente le encomendó a su hijo la tarea de llevar una carta a Lorenzo de Médicis; en este documento, el Asesino exponía todos sus hallazgos en torno a la investigación del derrocamiento de Galeazzo Sforza, así como sus sospechas en cuanto a los nobles de Florencia, en especial los Pazzi.

Ezio llevó la carta a un sirviente de los Médicis en una de sus residencias; no obstante, el hombre informó al joven que Lorenzo y su familia habían viajado a la Villa Careggi ese día, y que transcurriría al menos otro día antes de su regreso. El joven, un poco asombrado, regresó a su hogar y entró en la oficina de su padre tras bromear un poco con su hermano.


Giovanni Auditore había estado reuniéndose con el confaloniero de justicia Uberto Alberti, a quien había llamado a causa de sus inquietudes respectivas a la posibilidad de un golpe de Estado dentro de la república. Ezio escuchó parte de su conversación, en la que distinguió a Alberti intentando convencer a su padre de que la amenaza había sido erradicada con el aprisionamiento de Francesco de' Pazzi. Ezio le dijo a Giovanni que la familia Médicis había viajado a Villa Careggi, noticia que también fue recibida con cierta sorpresa por el noble. Después de saludar al confaloniero, Ezio fue relevado de su deber con Giovanni, aunque éste le pidió que atendiera a su madre y hermanos, alegando que podían requerir su asistencia para sus diversas tareas.

Después de salir, Ezio encontró a su hermana Claudia llorando en una banca en el patio de la residencia. Claudia le dijo que su prometido, Duccio de Luca, posiblemente le estaba siendo infiel, sospechando a razón de escrupulosos chismes de sus amigas. Ezio tranquilizó a su hermana, prefiriendo que se alejase de sus compañías, y aclarando que iría a buscar a Lucca.
Eventualmente, Ezio dio con el joven muy cerca de la Basílica de Santa María del Fiore, observando cómo era acompañado de otra mujer, y además hacía constantes referencias y ademanes sexuales. Ezio se refirió a Lucca con desdén y lo golpeó en la nariz cuando él intentó saludarlo. Seguidamente, empezó una pelea que terminó ganando Ezio, con la que Lucca dio promesas de que se comportaría tras lo sucedido, aunque Ezio aclaró que no quería que volviera a acercarse a Claudia.

Tras regresar a su residencia, Ezio encontró a Petruccio, quien le pidió que buscara plumas de águila que habían caído en diversas casas aledañas. Ezio le dijo a su hermano que debía regresar a la cama o se metería en problemas por lo tarde de la hora, aunque Petruccio insistió, y Ezio aceptó buscar las plumas. El niño se negó a revelarle el uso de las plumas a su hermano, aunque Ezio sospechaba fuertemente que serían un regalo para su madre.

Ezio no tardó en conseguir a María Auditore en el mismo patio, quien también hizo comentarios alegóricos a la pelea de Ezio con Vieri de' Pazzi y de su escapada con Cristina Vespucci. María le pidió a su hijo que la acompañara hasta la vivienda de Leonardo da Vinci, estudiante del apadrinado patrón de las artes Andrea del Verrocchio, y a quien la familia Auditore había encargado varias pinturas para decorar estancias.

Mientras caminaban, María mencionó la confrontación entre Vieri y Ezio, señalando que la familia Pazzi pasaba por momentos difíciles debido al encarcelamiento de Francesco, también dejando claro que nunca había sospechado que él fuese capaz de llevar a cabo un asesinato. Ezio le preguntó a su madre qué ocurriría con el noble, a lo que ella respondió que probablemente se haría un juicio y que Giovanni tendría que hablar en estado de acusación, pues era él quien tenía evidencia de su participación en las conspiraciones. Ezio expresó descontento con esta solución, y tras eso ambos llegaron a la bodega de Da Vinci.

Después de tocar, el estudiante de artes les dijo que aguardaran un momento, durante el cual María le recomendó a Ezio que buscase una tarea productiva a la cual dedicarse además de a las mujeres. Ezio pasó por alto el comentario, y a continuación acompañaron a Da Vinci al Palazzo Auditore. El joven pintor habló durante el trayecto, contando sobre sus deseos de contribuir al mundo más allá del arte, dejando claro que no estaba satisfecho con capturar los ideales del hombre.

Una vez en la residencia, María despidió a Ezio de sus deberes, diciéndole que debería volver con su padre. Giovanni entonces le pidió a su hijo que llevara una correspondencia a asociados suyos dentro de la ciudad, y que después buscase un mensaje de un puesto que le fue enviado especialmente vía paloma mensajera; luego, el padre estableció su deseo de que Ezio se mantuviera fuera de líos durante ese tiempo, y que volviera después para discutir con Giovanni.

Ezio Auditore recoge la correspondencia de su padre de un puesto de mensajería.

Poco después, Ezio llegó al patio de una casa, donde fue recibido por dos amigos de su padre: un ladrón y una cortesana. El ladrón se dirigió a él preguntándole si era el hijo de Giovanni, a lo que la cortesana irónicamente dijo que no y que solo se le asemejaba. Ezio le entregó el paquete de su padre, y tras eso se dirigió a la plataforma de una casa en otro distrito, donde un mercenario lo llamó para que subiera. El mercenario, antes de llevarse el envío, le preguntó a Ezio si había sido seguido desde que partió de su hogar, a lo que él respondió que no había razón para que lo siguieran. Acto seguido, el mercenario le dijo que su padre sería prudente si se trasladaba esa misma noche, tras lo cual se marchó.

Después de llevar las correspondencias de su padre, Ezio llegó al puesto de palomas mensajeras que su padre le indicó y retiró la carta. No obstante, reparó en varias hordas de guardias del tribunal que corrían desmesurados hacia el interior del distrito.
«¡Padre! ¿Qué ha ocurrido?»
«Ha sido un poco agitado, pero estoy bien. ¿Qué hay de tu madre y tu hermana?»
«Están a salvo ahora.»
«¿Se las llevó Annetta?»
«Sí. Espera… ¿tú sabías que esto pasaría?»
«No de esta forma y no tan de prisa, pero sí. Ahora ya no importa.»―Ezio Auditore habla con su padre, Giovanni, aprisionado en la torre del Palazzo della Signoria

Ezio regresó inmediatamente al Palazzo Auditore, donde descubrió de oídos de la sirvienta Annetta que su padre y sus hermanos habían sido tomados en custodia por guardias del tribunal florentino, y que, igualmente, los hombres estaban buscándole a él. Ezio observó que su madre estaba catatónica, por lo que pidió a Annetta que llevase a María y a Claudia al burdel La Rosa Colta para resguardarse.



Tras llegar al Palazzo della Signoria, sede del poder jurídico en la república, Ezio trepó los muros que la rodeaban y alcanzó llegar hasta la cima de la torre, donde estaba ubicada la celda de Giovanni. El padre de Ezio no tardó en responder a su hijo, mostrando su preocupación por los eventos, así como de la condición de su esposa e hija. Ezio le preguntó a Giovanni si él sabía que aquellos acontecimientos se darían, a lo que el padre dio respuesta afirmativa, y Ezio concluyó que todo había sido obra de los Pazzi y sus aliados. Giovanni le pidió a su hijo que regresara a casa y encontrase una puerta oculta en su despacho, alegando que adentro había un cofre cuyo contenido era muy importante y que Ezio debía llevarlo todo consigo; igualmente, había varios documentos y cartas que debían ser llevados al confaloniero Alberti, los cuales eran prueba de la lealtad de la familia al gobierno de los Médicis.

Tras escuchar el sonido de la puerta de la celda de Giovanni siendo abierta, el padre le pidió a su hijo que se marchara lo más pronto posible, y Ezio se dejó caer de la torre por medio de un salto de fe.

Al huir del palazzo y llegar de nuevo a su casa, Ezio entró en la oficina de Giovanni y usó la habilidad visión de águila para dar con la sección oculta, la cual encontró con facilidad. En efecto, tras hallar el cofre, Ezio tomó de su interior todo lo que había, siguiendo las instrucciones de su padre al pie de la letra. El contenido era la túnica de Asesino de Giovanni, la espada que este usase durante sus misiones, la Cuchilla Oculta que había resultado averiada en su última encomienda, una modesta cantidad de páginas del Códice de los Asesinos, y varios documentos indispensables para probar la inocencia de los Auditore sobre los cargos con que se les acusaba.

Al salir del Palazzo Auditore, Ezio se encontró con dos guardias que irrumpieron en el porche y sacaron sus espadas en señal de amenaza. El joven noble les preguntó que si sus órdenes no eran de arresto, a lo que los soldados respondieron que no, y expresaron abiertamente su intención de matarlo. A continuación, se dio una breve confrontación en la que venció Ezio, y tras la cual se dirigió con toda prisa a la casa del confaloniero de justicia.

En la casa de Alberti, el líder del tribunal florentino le preguntó a Ezio su motivo de visita, a lo que el joven no supo responder sin titubear. Finalmente, Ezio le dijo a Alberti que su padre y hermanos habían sido encarcelados, y que había recibido instrucciones de Giovanni de entregarle a él aquellos documentos, cosa que hizo. El confaloniero aclaró que todo había sido un malentendido y que él se encargaría de liberar a sus familiares la mañana siguiente, alegando que aquellos documentos contenían evidencia de una conspiración contra la república. No obstante, Alberti mentía, ya que él había dado las órdenes de captura de los Auditore al haber trabajado en conjunción con el papado y ayudar a los Pazzi a sutilmente destituir a los Médicis del poder.

A pesar de la invitación que el confaloniero ofreció a Ezio para que durmiera en su casa, el joven la rechazó, y se alejó mientras esperaba la audiencia de Giovanni, Federico y Petruccio que el día siguiente daría el tribunal para discutir si aprobar o revocar su sentencia a muerte.

En la Piazza della Signoria, Ezio se ocultó entre las multitudes que observaban el espectáculo ocasionado por el dirigente del tribunal. Alberti había subido a los Auditore a una tarima en todo el centro de la plaza, ordenando a los guardias a que ataran a cada uno de ellos a sogas a punto de ser ejecutados, previendo evaluar su sentencia después. Finalmente, el confaloniero declaró que habían sido juzgados bajo el cargo de traición a la República de Florencia, y que la pena era por tanto la de muerte, a no ser que hubiera evidencia que respaldara lo contrario.

Giovanni Auditore se defendió a voz abierta, afirmando que su hijo le había enviado documentos que probaban verazmente su lealtad a la ciudad. No obstante, el confaloniero se desentendió del comentario, estableciendo que aquel esclarecimiento era falso, mintiendo sobre la correspondencia que Ezio le había hecho llegar. El joven Auditore, buscando aproximarse al estrado para evitar una catástrofe, no pudo intervenir antes de que Alberti pronunciara su último veredicto, sentenciando a sus familiares a muerte.

A pesar de que Giovanni intentó proferir palabras incendiarias contra su verdugo político, los guardias accionaron el mecanismo del cadalzo, y el padre y los hermanos de Ezio murieron al instante.

En ese momento, Alberti distinguió a Ezio entre la muchedumbre y ordenó a los soldados que lo aprehendieran. Ezio extrajo su espada a medida de defensa, pero un bruto no tardó en desarmarlo de un brusco ataque de su hacha. En ese instante, los aliados del difunto Giovanni recomendaron a Ezio que huyera, y el joven no tardó en escapar de la escena trepando por los tejados de casas cercanas.
Debido entierro
«Los cuerpos de mi familia, no puedo dejar que permanezcan colgados en el cadalzo... tengo que brindarles los últimos ritos... Enviarlos al siguiente mundo…»―Ezio a Cristina Vespucci

Posiblemente la noche del día en que fueron ejecutados su padre y sus hermanos, Ezio Auditore se reunió con Cristina Vespucci, quien también había conocido los eventos. Ambos expresaron su tragedia por lo ocurrido, y la joven se dispuso a ayudar a su novio en darle a los cadáveres los honores que no les fueron otorgados por los guardias florentinos.

Después de que llegaran a la Piazza della Signoria, Ezio y Cristina vieron que los cuerpos habían sido retirados y que no había rastro de su paradero. Sorprendido, Ezio le sugirió a Cristina que se ocultara mientras hablaba con el guardia que en ese momento cuidaba la horca. El guardia negó saber a dónde pensaban llevarse los cuerpos, aunque expresó que posiblemente los llevarían al río para tirarlos en sus aguas.

Posteriormente, Ezio y Cristina llegaron a una salida del distrito que daba abiertamente al río Arno, y donde los cuerpos de Giovanni, Federico y Petruccio Auditore estaban postrados en el piso bajo vigilancia de la guardia. Aunque Ezio sintió que debía matar a los soldados por ejecutar órdenes sin cuestionarlas, Cristina le pidió que no entrara en violencia, y el joven optó entonces por buscar una ruta alternativa para llevar los cadáveres a un bote y sacarlos fuera de la escena.

Ezio cargó uno por uno los cuerpos y los llevó río abajo utilizando el bote. Luego, Ezio se reunió con Cristina, a quien confesó su necesidad de partir fuera de la ciudad, así como su deseo de que ella fuese con él. La joven, sin saber qué responder, negó que podía desentenderse de su familia y de su posición en la república; Ezio, sin más, le regaló a ella un collar que simbolizaría su unión por los años venideros en que no se verían más.
Camino a la represalia
«¿Por qué vas a enseñarme a matar?»
«No voy a hacerlo, te enseñaré a sobrevivir.»―Ezio y Paola


La noche de ese día, Ezio regresó al Palazzo Auditore, pero la presencia de guardias florentinos en la estancia le contuvo de entrar en la casa, por lo que decidió permanecer afuera y esperar a la sirvienta Annetta. La joven apareció poco después, expresando sus deseos de ocultar a Ezio de la vista pública; el Auditore, reconociendo que no había podido detener a los verdugos de sus familiares, preguntó por su madre y su hermana. Annetta les explicó que ellas estaban a salvo y que lo guiaría hasta su posición, el prostíbulo que dirigía su hermana. Ezio pensó que pondría en peligro a la sirvienta si viajaban juntos, por lo que prefirió que ella le diera la ubicación del mismo y acordó encontrarse con Annetta en la entrada del edificio, optando por una ruta más discreta que la suya.

Al llegar a La Rosa Colta, Ezio se encontró con Annetta y ambos fueron recibidos por la hermana de esta, Paola. La mujer se presentó y trató con amabilidad al recién llegado Ezio, ofreciéndole refugio para ocultarse de la guardia de la ciudad. No obstante, Ezio aclaró que sus intenciones eran vengar a su familia, y que debía matar al confaloniero Alberti por su traición. Paola indicó que el hombre era poderoso y por lo tanto significaba un riesgo para él actuar solo, aunque también explicó que ella podía enseñarle las habilidades de sigilo necesarias para llevar a cabo aquella tarea.

Primeramente, Paola se ocupó de instruir a Ezio en pasar desapercibido entre las multitudes, dejando claro que era una herramienta útil el mezclarse con los pasantes para no ser distinguido por guardias cercanos. La mujer llevó al joven Auditore a un breve recorrido alrededor del prostíbulo, evadiendo los guardias usando esta medida. A continuación, la mujer pasó a explicar a Ezio la utilidad y necesidad de robar en casos de necesidad, encomendándole robar a cinco diferentes personas y luego ocultarse entre grupos de personas para no ser atrapado. Ezio cumplió con las instrucciones dadas por Paola, y la mujer lo felicitó.

Posteriormente, Paola afirmó que Ezio requería de un arma precisa para poder emplear esas habilidades en el asesinato, y le mostró al Auditore su propia Cuchilla Oculta en el momento en que él preguntó qué debía usar. La mujer aclaró que la había obtenido por medio de las mismas tácticas que le había enseñado, y le recomendó que visitara a Leonardo da Vinci para que la reparara, señalando que sus pericias se extendían mucho más que al ámbito de la pintura. Por último, Ezio le preguntó por qué le había ayudado tanto si a fin de cuentas era para ella un extraño, a lo que Paola respondió que ella también había sido víctima de la traición, y dejó ver una herida de su brazo.

Ezio Auditore fue directo a la bodega de Leonardo da Vinci, quien lo recibió cálidamente y preguntó en qué podía servirle. Ezio, sin saber cómo proceder, afirmó únicamente que necesitaba reparar un objeto suyo y esperaba que él le ayudase. Leonardo lo invitó a pasar, y dentro despejó un escritorio de trabajo abarrotado de papeles y sextantes para colocar la Cuchilla Oculta dañada de Giovanni Auditore. Aunque al principio confesó que sería imposible reparar el objeto sin los planos originales debido a la complejidad de sus mecanismos, el erudito no tardó en notar un rollo de pergamino oculto por el estuche del arma. Este rollo, escrito en una combinación de diferentes dialectos y lenguas orientales y nórdicas, resultó para Da Vinci la codificación de las instrucciones de construcción, uso y reparación del objeto, y que logró descifrar sin dificultad.

Da Vinci despertó al joven Auditore después de que éste quedara dormido, y le explicó que ya había reparado la Cuchilla. No obstante, basado en la decodificación del texto que estaba debajo de la misma, el uso requería el sacrificio y compromiso de quien tuviese propuesto matar por medio de ella: el que se pusiera la Cuchilla debía cortarse el dedo anular y permitir que la hoja pasara fuera del orificio que éste desocupaba. Ezio asumió que la medida era necesaria y que habría sido concebida como forma de seguridad, por lo que se preparó para ello; sin embargo, Da Vinci confesó haber mentido a manera de broma, señalando que los mecanismos habían sido reinventados en la Edad Media para permitir a los usuarios conservar su dedo.

Después de que Ezio probara la Cuchilla, Da Vinci le preguntó si poseía más pergaminos como aquel, a lo que el Auditore respondió que no. Da Vinci le pidió que si en algún momento volvía a encontrarse con uno se lo llevara para descifrarlo, pues mostraba un amplio interés en su contenido.

En ese momento, la puerta de la bodega sonó y el erudito fue a atenderla. Un guardia florentino replicó a Da Vinci que debía responder varias preguntas, y salió al patio del taller en compañía del erudito. El guardia comenzó a preguntarle sobre su relación con la familia Auditore y agredió con patadas a Da Vinci a medio de tortura; no obstante, Ezio intervino repentinamente y salvó al erudito de la hostigación, apuñalando con su Cuchilla al guardia en la espalda.

Tras agradecerle, Da Vinci le indicó al joven que llevara el cadáver a la parte trasera de la bodega, donde estudiaba la anatomía de diversos otros cuerpos que encontraba en la ciudad como parte de sus estudios. Ezio obedeció y dejó al guardia muerto en el sitio, al mismo tiempo que agradecía con sinceridad a Da Vinci por haberlo ayudado. El erudito respondió con amabilidad, y señaló que mejoraría la Cuchilla de Ezio si las otras páginas que encontraba contenían más diseños para la misma.
Juez, Jurado y Ejecutor
«¡Los Auditore no han muerto! ¡Yo sigo aquí! ¡Yo! ¡Ezio Auditore!»―Ezio después de asesinar a Uberto Alberti

Ezio fue de vuelta a La Rosa Colta, donde Paola le preguntó si había tenido éxito reparando la Cuchilla Oculta con ayuda de Leonardo; el Auditore le mostró a la mujer el arma y esta quedó impresionada con la rapidez con que desenfundaba su hoja. Allí, Paola informó a Ezio que Uberto Alberti atendería esa misma noche a la exposición artística de los últimos trabajos de Andrea del Verrocchio, que sería llevada a cabo en la Basílica de la Santa Cruz. Ezio pautó ir allá a realizar su venganza contra el confaloniero, y le pidió a Paola que cuidara de su madre y su hermana mientras se ausentaba.

Después de llegar a la zona que rodeaba la basílica, Ezio buscó un punto estratégico en el techo de una de las casas aledañas, desde donde podía ver los grupos de personas que asistían a la exposición, distinguiendo entre las multitudes al confaloniero florentino.

Alberti iba en compañía de Lorenzo de Médicis, que había regresado de Villa Careggi días atrás, y que se había topado con el sorprendente y altamente dudoso curso de acción del líder del tribunal de la República. En medio de una discusión política que arremetía contra las lealtades de ambos, los nobles se dispusieron a entrar en la galería, y Ezio los siguió bajando de la casa y ocultándose entre los civiles que se trasladaban a pie.

Dentro de la exposición, el joven Auditore distrajo la atención de sí mismo sentándose en una de las bancas que rodeaban la galería, y desde la cual tenía una perfecta vista del confaloniero y de sus invitados. Entre la nefasta compañía que rodeaba al hombre, una pareja habló injuriosamente sobre los Auditore, sugiriéndole a Alberti que borrara de todo registro la memoria de la familia, a la que calificaron de traidores y de plebeyos. Una mujer se aproximó igualmente a Alberti, calificándolo de héroe, mientras que otra pareja cuestionó la originalidad de los supuestos actos traidores de los Auditore, señalando que posiblemente habían recibido ayuda de otras familias. Para colmo, el último grupo expresó el deseo de ejecutar a Ezio Auditore, señalándolo como la mayor amenaza para los intereses de la ciudad en aquel momento, aunque el confaloniero subestimó su carácter, calificándole de impetuoso e infantil, creyendo que nunca actuaría en retribución.

Aprovechando las circunstancias, Ezio se abrió paso entre el público hacia Alberti, quien, sorprendido, lo reconoció al instante y pidió ayuda a gritos. El joven apuñaló varias veces al confaloniero en el pecho y en el abdomen, derramando grandes cantidades de sangre del hombre y sosteniendo su cuerpo en sus últimos momentos. Inmediatamente antes de fallecer, Alberti opinó que Ezio hubiera podido actuar de la misma forma en el momento previo a la ejecución de su padre y hermanos, dejando claro con esto que hubiese preferido morir en aquel momento antes que traicionar a su mejor amigo.

Después de dejar el cadáver de Alberti, Ezio proclamó que los Auditore no habían muerto, y que él llevaba consigo el nombre de la familia que había sido ejecutada en un vil acto de traición. Mientras los guardias corrían a apresarle, el joven escapó trepando los techos de las casas y volvió de inmediato a La Rosa Colta.
Huida de Florencia
«He visto carteles por todo el distrito, quitarlos es una buena forma de que la ciudad olvide tu rostro. Cabe destacar que los heraldos también incitan al público, sobórnalos y hablarán de otras cosas. O también puedes darle caza a aquellos que falsamente testifican en tu contra. Negocian la dignidad por dinero, su pérdida no será añorada. Haz cualquiera de estas cosas, y podrás irte con libertad.»―Paola aconsejando a Ezio

De vuelta en la Rosa Colta, Ezio informó de su éxito a Paola, quien lo felicitó de manera discreta y analítica; ambos concluyeron que los Auditore debían marcharse de Florencia. Ezio sugirió que podía llevar a su familia a la Villa Auditore de Monteriggioni, dirigida por su tío Mario. Paola, no obstante, le avisó que era demasiado pronto para partir, y que era una mejor alternativa deshacerse de los indicios de su presencia en la ciudad: la cortesana recomendó al joven quitar carteles puestos por la guardia florentina que anunciaban una recompensa por su captura, o bien sobornar heraldos que informaran al pueblo del asesinato del confaloniero Alberti, o dar muerte a políticos indulgentes que pronunciaban calumnias sobre los Auditore.

Ezio se dio durante varias horas tarea de hacer desaparecer su rostro de la imagen pública para evitar el alboroto que su presencia y sus actos causaran entre las masas; posiblemente removió varios carteles, sobornó heraldos y mató oficiales de una manera que lo beneficiaron redujendo su reputación considerablemente.

No mucho después, Ezio regresó a La Rosa Colta, donde fue recibido con amabilidad por Paola y Annetta. La sirvienta llevó a la madre y la hermana de Ezio ante su presencia; Claudia, que desconocía que su padre y sus otros hermanos habían sido ejecutados, se sorprendió enormemente al oír la noticia por parte de Ezio. Finalmente, Ezio convenció a su hermana de que había hecho lo necesario, y que para huir de Florencia en aquel momento él requería que ella mantuviera la cordura, a lo que Claudia se mostró dispuesta.

Paola se despidió muy cordialmente de los Auditore, que partieron en ese momento para salir de los dominios de la República Florentina. A pesar de que la puerta de salida estaba custodiada por una guarnición de guardias, el joven Auditore pagó a unas cortesanas para que les distrajeran mientras su familia escapaba.

Mientras transitaban por el sendero montañoso que separaba a Florencia de Monteriggioni, Claudia le preguntó repetidamente a Ezio cómo su familia había llegado a aquella situación. Sin embargo, aunque el Auditore negó repetidamente saber cómo había ocurrido, afirmó que sus difuntos habían recibido un entierro apropiado, habiéndose encargado de ello junto a Cristina Vespucci varios días atrás.
Llegada a Monteriggioni
«¡Cuéntamelo todo!»
«Ejecutaron a papá por traición, igual que a Federico y a Petruccio. Entonces fueron a buscarme.»
«¿Sabes por qué?»
«No tengo respuestas, tío, solo una lista de nombres que obtuve de un hombre que me deseaba muerto.»―Mario y Ezio Auditore


Ezio, Claudia y María transitaron durante varias horas hasta llegar a Monteriggioni, donde sintieron un repentino alivio, aunque se vieron interrumpidos por un grupo de hombres armados liderados por Vieri de' Pazzi. El joven noble se dirigió con cinismo a Ezio, ofreciéndole hipócritas palabras de consolación con respecto a la ejecución de sus familiares, aunque al mismo tiempo dejando claro que pretendía matarlo y llevarse a su madre y hermana.

No obstante, Ezio defendió a María y a Claudia, y eventualmente Vieri convocó a todos sus hombres a la confrontación. Estos, sorprendentemente, fueron vencidos por un grupo de mercenarios procedentes de Monteriggioni, y que estaban liderados por el tío de Ezio, Mario.

Tras vencer a Vieri de' Pazzi y que este huyera del sitio, Ezio reconoció a su tío y se reencontró con él después de varios años sin verle. Mario afirmó que se había enterado de la muerte de su hermano, y expresó que debía llevar a sus sobrinos y a la esposa de Giovanni al interior de la fortaleza.

Conforme avanzaban por Monteriggioni, Ezio le fue contando a su tío lo sucedido en Florencia, mencionando la captura y ejecución de Giovanni, Federico y Petruccio. Después, Mario le preguntó a su sobrino si sabía por qué Alberti había actuado de esa forma contra su familia, a lo que Ezio negó conocer, alegando que la única pista que tenía hasta ahora era la lista de conspiradores aliados con el difunto confaloniero. Después de expresar que le costaba creer que su padre y hermanos hubieran muerto, Ezio recibió consuelo de su tío, quien afirmó que lograrían superarse, aunque el joven más bien creyó que Mario actuaba de forma optimista.

Mario Auditore pensó que a Ezio le gustaría Monteriggioni, argumentando que si bien la villa había sido durante mucho tiempo enemiga de la República Florentina, en otros momentos se aliaba con la misma en un acto pragmático, aludiendo a la relatividad de las amistades conforme cambiaban los tiempos. Mario también afirmó que los habitantes de Monteriggioni eran hombres trabajadores, y que sus negocios vendían bienes simples pero que eran de muy buena mano de obra; igualmente, se refirió a la capilla de Monteriggioni, en la que tenía cordiales relaciones con su sacerdote.

A continuación, Mario le explicó a Ezio que la villa había sido construida doscientos años atrás por su bisabuelo, Domenico Auditore. Mario dejó claro que la decadencia del pueblo y los cambios drásticos que habían ocurrido con los años y que estaban sujetos a graves conflictos, habían maltratado a Monteriggioni como ciudad, y que por mucho que él como gobernador hubiese querido contribuir a mejorar, el estado de su economía no se lo permitía.

Después de llegar a la Villa Auditore, Mario le dijo a Ezio que fuese al pueblo a comprar suministros médicos para lo que sería un rústico entrenamiento, aunque el joven declaró que solo había acudido a la ciudad para esconderse y que, no conforme, pensaba llevar a su familia a un sitio más seguro tras un breve tiempo. Mario, a raíz de la conversación de su sobrino, se percató de que Ezio desconocía la participación de su familia en la Orden de los Asesinos, y apenado aclaró que pensaría en cómo explicarle el trabajo que había llevado a cabo su padre en vida y que ahora le correspondía continuar. Finalmente, Mario le informó a su sobrino que había preparado una habitación para él en el último piso de la villa, y tras eso Ezio partió al mercado a comprar medicina, una daga y guantes de pelea.

En el vestíbulo de la villa, Ezio se reunió con Claudia y María. Su hermana expresó que se sentía incómoda en Monteriggioni en comparación con su estancia en Florencia, aunque Ezio le aseguró que solo estarían allí momentáneamente y que no tardarían en partir, dejando a las Auditore para que fueran a sus cuartos.
Entrenamiento en la Villa Auditore
«¿Estás familiarizado con los Templarios? Una de varias órdenes de caballería establecidas durante las Cruzadas. La historia te enseñará que fueron disueltos hace casi doscientos años en Francia, solo que no fue así. Apenas fueron vagamente degradados mientras continuaban su nefasta labor. (...) Los Templarios buscan el dominio sobre todos los hombres, y nosotros, los Asesinos, estamos destinados a enfrentarlos.»―Mario Auditore a Ezio

Regresando con su tío Mario, Ezio le informó que se había equipado como él le había dispuesto, aunque volvió a asegurar que su intención era marcharse con su madre y su hermana a una estancia de mayor refugio. Mario pidió a su sobrino que entrara en razón, alegando que él apenas podía defenderse de Vieri de' Pazzi en combate, y eventualmente pidiéndole que le permitiera entrenarle en el campo de mercenarios cerca de la villa. Ezio finalmente accedió, y se reunió con Mario en el lugar.

El campo era un improvisado círculo llano en el que los mercenarios subordinados a Mario Auditore practicaban movimientos de ataque y de defensa coordinados muchas veces por el condotiero. Ezio fue llevado e introducido a las prácticas por su tío, al momento en que Mario aprovechaba para hablarle del verdadero trabajo de Giovanni Auditore, a diferencia de que, como el joven creía, era una labor bancaria. Mario explicó que Ezio había heredado por linaje la responsabilidad del Asesino, hombre que, integrando una amplia orden, se proponía confrontar en todo plan a los Templarios, aclarando también que los hombres responsables por la muerte de sus familiares pertenecían a este grupo de nefastos propósitos.

Apoyándose también en el descubrimiento de la Cuchilla Oculta y el Códice por parte de Ezio para hacerle entender la existencia de la orden, Mario le explicó los principios por los que esta se ejercía, suponiendo, a su vez, que debido a que su hermano Federico era el de mayor edad en la familia, Giovanni asumió que a él correspondería el puesto de Asesino tras su defunción.

El entrenamiento se extendió por casi dos años, enseñando a Ezio tecnicas como el contraataque, aprendiendo a luchar con varios tipos de armas como su hoja oculta o con sus puños. Mario descubrió a Ezio investigando sobre los Asesinos en los libros de la biblioteca de su estudio, señalando que el joven ya estaba seguro de la pertenencia de su padre a la sociedad secreta. Ezio afirmó estar de acuerdo, aunque cuestionó la necesidad de poner aquellos dictámenes en secreto, especialmente a él, quien era de la misma familia. Después de un debate algo prolongado, y ciertos procesos de entrenamiento, ambos concordaron; no obstante, Ezio aseguró que su objetivo en los días venideros sería llevar a su familia a España, lejos de los Pazzi. Mario se molestó, argumentando que le había brindado las habilidades necesarias para defenderse de sus enemigos, y que lo que él hacía era negar la herencia de su padre y la labor de su familia.

Mario se marchó después de la breve discusión, y Ezio le preguntó a uno de sus mercenarios a qué se debía su decepción. El soldado expuso que Vieri de' Pazzi había estado acosando a las fuerzas de Monteriggioni desde la llegada de Ezio a la villa, y que Mario como condotiero no podía permitirse más humillaciones, alegando además que él había tenido la esperanza de que Ezio se sumara a sus fuerzas con la culminación del entrenamiento.

El joven Auditore partió hacia el estudio para hablar con su tío, aunque otro mercenario lo encontró y le informó que había partido inmediatamente junto a sus fuerzas a San Gimignano para combatir a Vieri de' Pazzi. Ezio concluyó que sería sensato asistirlo en su empresa, aunque primero optó por verificar el estado de Claudia y María.

Ezio se sorprendió cuando Claudia le dijo que María Auditore había quedado en estado catatónico, y la observó en pose de plegaria postrada frente a las plumas de águila que su hijo menor, Petruccio, había solido recolectar. Ezio, sin embargo, pensó que su madre no duraría así por mucho tiempo, y tranquilizó a su hermana, creyendo que podría hacer volver a su madre a la razón.

Posteriormente, Ezio marchó al establo, donde cabalgó un caballo y partió hacia San Gimignano.
Asaltando San Gimignano
Ezio: «¿Qué estaban planeando tus aliados? ¿Esto es lo que mi padre descubrió? ¿Fue por esto que lo mataron?»Vieri: «Perdona, ¿acaso esperabas una confesión?»— Ezio Auditore y Vieri de' Pazzi, minutos antes de que éste muriera desangrado.


En primavera de 1477, Ezio se reunió con su tío Mario y un grupo de mercenarios en las afueras de San Gimignano. Mario, sorprendido al ver a su sobrino después de la breve disputa que habían tenido en Monteriggioni, se contenta al ver la disposición de Ezio a colaborar en el ataque contra las fuerzas de Vieri de' Pazzi. Ezio, no obstante, pensaba que se estaba responsabilizando de lo que había sido una injusta represalia por parte del florentino hacia su tío; Mario le explicó que la posición de ellos como Asesinos los comprometía a los deseos de los Templarios, como era Vieri.

Mario explicó que Vieri aguardaba la llegada de Mario, pues no habían sido lo suficientemente discretos en su llegada; sin embargo, Mario esclareció que la ciudad era lo suficientemente grande para ellos entrar inadvertidos y acercarse furtivamente. Ezio, de acuerdo con las pautas de su tío, aceptó sus indicaciones, y a continuación el grupo marchó hacia las murallas que rodeaban la ciudad para buscar una ruta de ingreso a la fortaleza.

El tío de Ezio vio una entrada por uno de los muros que sería fácilmente accesible para su sobrino, por lo que optó por darle a Ezio un conjunto de cuchillos para lanzar, armas que podía usar contra los arqueros que custodiaban la entrada de la ciudad y que se postraban en diferentes puntos en la cima de la muralla.

Mario lideró a sus mercenarios en un combate contra los guardias que defendían la entrada, directamente atacándolos sin darles oportunidad de alertar a sus compañeros sobre la muralla. Ezio, aprovechando la distracción, trepó el muro y mató a los arqueros utilizando los cuchillos; después, procedió a abrir la puerta, y el grupo de Mario entró en San Gimignano sin dificultad.

Después, mientras avanzaban, el grupo vislumbró a un gran conjunto de guardias apostados al final de unas escaleras que daban al corazón de la ciudad. Mario le encomendó a Ezio la tarea de matar a aquellos soldados con la ayuda de varios de sus mercenarios. Mientras se les acercaba, Ezio escuchó que los guardias hablaban de uno de sus compañeros que había sido desfigurado por Vieri de' Pazzi a causa de incompetencia al llevar a cabo una de sus órdenes.

Mario y sus mercenarios vadiaron el área para acercarse al centro de la ciudad, mientras que Ezio y su pequeño grupo combatía a los guardias. Después de matar a todos los soldados, Ezio y sus mercenarios se adentraron en la ciudad, hasta que encontraron a uno de los hombres de Mario postrado y herido en un pozo; el mercenario le dijo a Ezio que Mario necesitaba ayuda, ya que el grueso de los hombres de Vieri lo había encontrado y le estaban dando una pelea fuerte.

Ezio llegó para asistir a su tío, aunque Mario pareció reponerse rápidamente y sus hombres recobraron la ventaja en la confrontación. Su tío le encomendó buscar por los techos a Vieri de' Pazzi y darle muerte, mientras que él y sus soldados detenían a sus fuerzas, dándole tiempo suficiente para encontrarlo y asesinarlo.

Inmediatamente después, Ezio trepó las casas de la ciudad en busca de alguna pista del paradero del noble, eventualmente encontrándolo junto a un grupo de aliados en la entrada norte de la ciudad. Ezio reconoció a dos personas, el padre de Ezio, Francesco—a quien Giovanni había acusado de conspirador en una de sus cartas—y a su tío abuelo, Jacopo. El otro hombre que les acompañaba, un español, era en realidad el cardenal Rodrigo Borgia, líder de la Orden Templaria.

Ezio escuchó cómo el español les giraba instrucciones a Vieri y a sus familiares, específicamente preparándolos para una importante jugada que se daría en los meses entrantes. Ezio entendió la mayoría de las referencias de los hombres, pues sus palabras implicaban que estaban planeando un atentado o un gran movimiento político; igualmente, Vieri injurió a Mario Auditore, aseverando que sus fuerzas representaban para él una amenaza. El líder español lo calmó, aclarando que después se encargarían de él.

Cuando los acompañantes de Vieri se marcharon de la ciudad, un guardia subordinado corrió al joven Pazzi a informarle del ataque orquestrado por los mercenarios de Monteriggioni. Vieri, ansioso por el combate, reunió a los soldados que les quedaba en la entrada norte para resistir al avance de Mario, mientras que él se apostaba con dos escoltas en la muralla de la misma puerta.


Ezio aprovechó la oportunidad para correr hacia la ubicación, al momento en que los guardias de Vieri se enfrentaban a las fuerzas de Mario. Vieri atacó a Ezio, pero el Auditore lo superó en combate con las técnicas que su tío le había enseñado, y terminó por asesinarlo junto a sus escoltas.

Momentos antes de morir, Vieri fue severamente interrogado por Ezio, quien le preguntó si aquella conspiración era lo que su padre había descubierto y la causa de su propia muerte, a lo que el Pazzi contestó altaneramente que no daría confesiones. Ezio procedió a injuriar a Vieri de' Pazzi con fuertes palabras insultantes, finalmente siendo interrumpido por su tío, que había vencido a las tropas del noble.

Mario brindó los honores que los Asesinos consideraban correctos a los cadáveres de sus víctimas, y al final extrajo de las ropas de Vieri una página del Códice, y una carta que le entregó a su sobrino, pidiéndole que la leyera cuando tuviera la oportunidad, aseverando que tenían que regresar a Monteriggioni.

Habilidades

Ezio era un asesino muy capaz, tanto de tecnicas de sigilo como asesinato en público o con armas a largo alcance basando en el codice de Altair con sus hojas dobles, cuchillos para lanzar y su cañon oculto. Era un corredor muy rapido y agil pudiendo superar las marcas de varios corredores de parkour destacados, sabia tecnicas para escalar mas rápido, saltar numerosos obstaculos y ademas con mucha elegancia , era una leyenda en el gremio de ladrones por sus habilidades de parkour, en combate Ezio era extremadamente letal, muy agil y rapido, su tecnica y su efectividad le hacian muy letal pudiendo acabar rapidamente con varios enemigos muy entrenados con facilidad, usando varios tipos de armas como espadas, mazas, alarbardas, sus puños, hojas ocultas y hachas, el combate con sus hojas ocultas era muy efectivo ya que su contraataque es rapido, su ataque muy potenete, permitiendole acabar con mucha rapidez y tenacidad con sus enemigos sin ser tocado demostrandolo con Cesar Borgia quien lo vencio con mucha facilidad, con otros enemigos muy entrenados como los guardias del papa,los brutos quienees poseian una gran armadura y mucho entrenamiento en cualquier edad , en su estilo de combate a puños era capaz de realizar secuencias de golpes precisas y contraataques rapidos, tambien usaba algunas tecnicas de romper brazos, puntos de precion, diferentes formas de noquear, etc.tambien era capaz de desarmar a sus oponentes y usar sus armas contra ellos dejando a estos indefensos y acabar rapidamente con ellos, Ezio tuvo un entrenamiento muy duro y tiene un gran nivel como luchador, con un nivel de esgrima imprecionante desde su juventud hasta su vejez combinandolo con su cañon oculto

  • El nombre "Ezio" y "Altair" tienen significados similares: "Altair" se significa "Águila" al igual que el nombre Ezio. Altair viene de la estrella más brillante de la constelación Aquila que también significa Águila.
  • Ezio, en todas de sus misiones de encubierto, siempre se ha disfrazado de los soldados de élite del lugar (como en Venecia y Roma, soldados de élite, y en el Imperio Otomano, como un jenízaro).
  • Ezio habla un poco de francés debido a que en su juventud tenía unas amigas francesas en Florencia.
  • Es el único de todos los antepasados de Desmond que ha protagonizado más de un juego, en total 4 (incluyendo los spin-offs).
  • Ezio es también uno de los antepasados de Desmond que más ha poseído distintos fragmentos del Edén, como el Fruto del Edén (el que poseía en ACII y AC: Brotherhood y el cetro del Edén).
  • Ezio, para vivir en el siglo XV y XVI, ha utilizado varias máquinas bélicas como el bombardero, el carro de combate, la ametralladora, un bombardero naval y el fuego griego.

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